En el desarrollo de las actividades relacionadas con promoción de soberanía alimentaria y fortalecimiento de sistemas productivos en el marco del Proyecto Amazonía Joven, CORPOMANIGUA desplegó como parte de su apuesta metodológica varios esquemas de formación basados en Escuelas de Campo de Agricultores – ECAS, intercambios de experiencias, encuentros entre los participantes y Diplomados especialmente dirigidos a Jóvenes en Economías Verdes y Emprendimiento.
Estos esquemas de formación, se orientaron por enfoques participativos de trabajo centrados en el diálogo de saberes, el “aprender haciendo”, la “formación acción participación”, entre otros, que fueron determinantes para construir confianza, facilitar la aprehensión y apropiación del conocimiento y el desarrollo de capacidad.
En este proceso hay un elemento central a destacar y fue la habilidad de los procesos de formación y facilitación de los equipos técnicos. El equipo profesional fue muy acertado en este punto. La horizontalidad, el buen trato, el reconocimiento del otro, fueron factores de éxito.
En esta dinámica, se partió de la premisa que el conocimiento técnico está al mismo nivel del conocimiento empírico de las comunidades. Esto, además, fue particularmente relevante para contribuir a la construcción de confianza, en un territorio donde muchos pobladores aún sienten prevención con agentes externos, derivado entre otras razones, tanto de los riesgos derivados del conflicto, como por experiencias fallidas de algunos proyectos de desarrollo en el pasado.
Desde esta perspectiva, entonces se logró adaptar el contenido formativo a la realidad territorial. Esto permitió construir cercanía y confianza con los pobladores y que estos apropiaran el proyecto, en tanto sentían que su saber era valorado. Adicionalmente, el proyecto obtuvo información de primera mano muy valiosa sobre prácticas agrícolas validadas, así como, sobre material vegetal autóctono potencialmente útil para los procesos productivos y ambientales.
Este enfoque de diálogos de saberes y de construcción colectiva, con apoyo de los dinamizadores, un grupo de pobladores formados y entrenado para apoyar el proceso de acompañamiento y extensión, además contribuyeron a generar insumos para desarrollar nuevas iniciativas como los Custodios de Semillas, una estrategia construida con la comunidad para preservar y reproducir material vegetal nativo.
Las Escuelas de Campo – ECAS, son espacios de formación, con una metodología participativa y vivencial, donde se aprende, experimenta y se construye/adapta colectivamente. Fueron empleadas por CORPOMANIGUA para transferir conocimiento técnico a campesinos y productores sobre apuestas tecnológicas útiles para sus procesos productivos, o para promover nuevas prácticas agrícolas. En este caso la apuesta estuvo centrada en esquemas de producción de alimentos de forma agro sostenible. En estos procesos hay un diálogo horizontal sobre los procesos técnicos de producción agropecuaria, donde el conocimiento científico se valida y ajusta con base en el conocimiento empírico de los participantes. Posteriormente ese conocimiento es reaplicado en las parcelas (“las tareas motivadoras”), el cual es posteriormente monitoreado por el equipo de CORPOMANIGUA y los facilitadores. Allí se revisa el nivel de aprehensión de los conocimientos, se realimenta, y se es necesario, se adapta a las condiciones concretas del predio y de la familia. En las siguientes ECAS se comparte y discuten los logros, avances, lecciones y oportunidades de mejora, completando así el ciclo de conocimiento robustecido por los aprendizajes de todos.
En relación con los intercambios y giras, el proyecto procuró facilitar el encuentro permanente de los participantes a partir de temas de interés común relacionados con la producción agroalimentaria. Estos espacios permitían compartir información, técnicas y buenas prácticas, incluso material vegetal, entre los participantes, quienes podían de primera mano conocer en terreno procesos productivos que se constituían en referentes para la réplica en los predios. Adicionalmente, contribuyó a la cohesión social entre campesinos, pues permitía identificar puntos de encuentro comunes que facilitaban vínculos alrededor de lo productivo.
Finalmente, es importante mencionar el Diplomado sobre Economías Verdes y Emprendimiento, dirigido a jóvenes participante, donde se buscaba abrir una nueva área de acción, especialmente buscando capitalizar el potencial territorial del Caquetá, pero donde adicionalmente el encuentro entre pares, también buscaba animar la integración juvenil a partir de emprendimiento e iniciativas verdes.
Los procesos de formación en sistemas productivos y agroambientales a familias campesinas y productores, además de su importancia en los procesos de extensión técnica, tuvo una especial relevancia por varias razones, en primer lugar, el encuentro generacional, es decir la confluencia de jóvenes, adultos y adultos mayores conversando e intercambiando conocimientos sobre temas comunes, y donde CORPOMANIGUA, además de promover ese diálogo, facilitaba la traducción técnica para procurar una mejor aprehensión por parte de los más jóvenes.
Otro nivel fue desde la perspectiva de género, diálogos entre mujeres y hombres, como por ejemplo sobre el desarrollo de parcelas de pancoger, o sobre procesos de culinaria tradicional aprovechando productos locales, que abría otras dimensiones de conocimiento, especialmente frente a capacidades y roles en el marco del nuevo saber y las actividades a desarrollar en el proyecto.
Y un tercer nivel, fue el encuentro desde la perspectiva territorial, es decir participantes de diferentes áreas que se encontraban en un mismo espacio. Paradójicamente, el encuentro de los pobladores desde el ámbito de la cuenca media del río Caguán, no es frecuente a pesar de compartir un mismo conector natural. Esos espacios, además de permitir compartir temas productivos, también facilitaron el encuentro para hablar del territorio.
En conclusión, fueron espacios que se convocaban desde los productivo, donde se podían generar intercambios desde esas tres dimensiones. Estos espacios también permitían que los participantes dialogarán, desde su saber con técnicos y entre sí sobre sus propias experiencias, y pudieran replicar en sus parcelas lo aprendido.
Esto fue de una gran relevancia para aportar a la cohesión social, la integración territorial, la construcción de confianza en un territorio históricamente fragmentado por el conflicto, pero muy especialmente a configurar un espacio para la construcción/adaptación/validación de conocimiento local útil para el territorio, tanto frente a la apuesta técnica adaptada a las condiciones, como metodológica, en el sentido de cómo construir territorialmente ese conocimiento entre pobladores, dinamizadores y técnicos.
En comunidades fragmentadas por la violencia y aisladas territorialmente, como las de la Cuenca Media del Río Caguán, la promoción de procesos participativos de soberanía alimentaria, además de generar impactos positivos en el autoabastecimiento agroalimentario, también pueden contribuir a reconstruir la confianza, la reciprocidad, la solidaridad y en general fortalecer los vínculos comunitarios. Ello sucede, especialmente, cuando en los procesos de formación o asistencia técnica se desarrollan espacios permanentes de diálogo de saberes o intercambios de experiencias que involucran, no solo a los jefes de hogar hombres, sino también a mujeres, jóvenes y adultos mayores de una misma comunidad y también se promueven encuentros entre diferentes comunidades de un mismo territorio.
Cuando en estos procesos es revalorizado el saber local y el potencial natural de la región, incorporándolo activamente en las dinámicas del proyecto y adaptando el conocimiento científico a la realidad, se empodera de mejor manera a los participantes, se genera apropiación comunitaria de los procesos, se construyen más fácilmente lazos de confianza entre las comunidades y en tanto es un proceso de doble vía, también, enriquece a los técnicos de los proyectos. Cuando estas experiencias son colectadas y documentadas oportunamente, las organizaciones y comunidades pueden contar con activos de conocimiento transferible, replicable y útil para otros procesos en el territorio.
Los procesos de formación adelantados en esta línea, plantean otra lección valiosa, y es como se deben emplear metodologías vivenciales y experienciales bajo diferentes esquemas de extensión rural. Esto se materializó en la combinación de ECA´s, intercambios, Diplomados junto con el acompañamiento de dinamizadores y técnicos, bajo enfoques de “aprender haciendo”, “formación acción participación”, y procesos demostrativos, que unidos estratégicamente permiten de configurar un acervo pedagógico que facilita los procesos de aprehensión y aplicación del conocimiento, y en ese sentido construir confianza en los participantes sobre la utilidad práctica y la materialización rápida de resultados.
Adicionalmente, el hecho de buscar promover cohesión social a partir de los procesos de formación, fue consolidando grupos de trabajo, intercambio y aprendizaje, que en algunos casos derivaron en acciones concretas como los Custodios de Semillas, que como grupos consolidados y activos son claves en la sostenibilidad de las iniciativas que, tras la culminación del proyecto, pueden continuar construyendo a partir de los procesos instalados por Amazonia Joven.
Un aprendizaje adicional de esta experiencia, es que los procesos de formación y extensión rural y agropecuaria, no solo requieren experticia, conocimiento técnico y contenidos apropiados y pertinentes, sino que, en territorios socialmente complejos y ambientalmente frágiles como el Caguán o la Zona de Reserva Campesina Pato Balsillas, se requiere de una vocación profunda de los equipos técnicos y un compromiso con el territorio y las comunidades muy especial.
Esto es central en procesos de ayuda al desarrollo promovidos por la cooperación internacional, donde se deben incorporar criterios en este sentido en el momento de la selección de socios y de personal.
Los Acuerdos de Paz de la Habana apostaron por una transformación estructural del campo creando condiciones de bienestar para la población rural, que aportaran a la consolidación de la paz estable y duradera. Esta apuesta se plasmó en el primer punto denominado “Hacia un Nuevo Campo Colombiano: Reforma Rural Integral”. La transformación de la realidad rural implica entonces la erradicación de la pobreza, promover la igualdad, el pleno disfrute de derechos de la ciudadanía y la no repetición del conflicto y la erradicación de la violencia. En ese marco, los Acuerdos de Paz, señalaron la educación rural como un eje clave para el alcance de estos propósitos.
Es por esto, que, según los Acuerdos, el desarrollo integral del campo depende, en gran medida, de un fortalecimiento de la educación rural que contenga el propósito de garantizar la cobertura, la calidad y la pertinencia de la educación y erradicar el analfabetismo con el fin de garantizar la permanencia en los territorios por parte de los y las jóvenes. Y, al mismo tiempo, que asegure una inclusión generacional de los procesos productivos de forma sostenible, buscando el buen vivir de los pobladores. Así mismo, articular los procesos comunitarios junto con una educación pertinente enfocada a las necesidades de la población que habita en el campo.
El proyecto Amazonía Joven a través de su estrategia Escuela Río de Colores, hizo valiosas contribuciones, tanto en el marco de la mejora de la cobertura educativa, como en la incorporación de modelos flexibles pedagógicos basados en las necesidades de las comunidades con enfoque diferencial, al garantizar la culminación de la educación primaria, secundaria y técnica de jóvenes rurales y reducir la brecha digital en las zonas rurales de influencia. Los procesos educativos promovidos contribuyeron a la culminación de los estudios de jóvenes con un modelo agroproductivo y agroecológico basado en la promoción práctica de emprendimientos impulsados por los jóvenes. Esto permitió que los jóvenes no solo pudieran aportar en la construcción de visiones de futuro para el territorio y en sus propios proyectos de vida, sino también tener mejores capacidades para aprovechar las oportunidades laborales y a partir de sus iniciativas promover nuevos emprendimientos aprovechando el capital territorial existente.
Otro elemento de contribución del proyecto al espíritu de los Acuerdos, fue promover el aporte de las instituciones educativas en la construcción del desarrollo rural, al menos mostrado caminos que pueden señalar vías a profundizar hacia el futuro. Esto tiene que ver específicamente con el acercamiento de las instituciones educativas y en general, de la comunidad educativa en promoción con los procesos de productivos sostenibles de forma directa o indirecta, a través de la vinculación de familias y en algunos casos, de la comunidad educativas en la implementación de sistemas tras procesos de formación integral sobre temas agroalimentarios, pero también buscando cerrar brechas frente al analfabetismo digital a las comunidades educativas, través de las Escuelas Digitales Campesinas.
Así mismo, el Proyecto aportó a “la promoción de la permanencia de los jóvenes en el campo” señalado en los Acuerdos, en donde el fortalecimiento de capacidades técnicas, tecnológicas y pedagógicas sobre los temas relacionados con las TICs en escuelas rurales fue clave, junto con el apoyo para la culminación de la básica primaria, secundaria y las becas para acceder a educación técnica⁸. Pero también, con el esfuerzo del Proyecto por mantener vinculados y entusiasmados a los jóvenes (y también a los adultos, hombres y mujeres) alrededor de los sistemas sostenibles de producción alimentaria con metodologías pedagógicas innovadoras. Esto incluyó dar espacios activos a los jóvenes en los procesos de formación, diálogos de saberes, e implementación de dichos modelos en los predios familiares. Esto generó importantes logros en materia de empoderamiento, especialmente de jóvenes y mujeres, frente a sus comunidades y familias, pero también protagonismo a nivel predial por la valoración de su rol y la posibilidad de emprender junto con las mujeres procesos productivos de manera autónoma.
Así mismo, se destaca la apuesta de Amazonia Joven por complementar el enfoque educativo tradicional imperante en el territorio, con modelos de formación innovadoras como las propuestas por la Escuela Río de Colores, mediante las cuales los y las jóvenes desarrollaron diferentes oportunidades de permanencia en el territorio a través de lenguajes artísticos, deportivos, audiovisuales y comunicativos potenciados con las nuevas tecnologías de la información. Estas iniciativas además otorgaron liderazgo y protagonismo al interior de las comunidades, pues desbordaron la órbita juvenil y buscaron impactar localmente la vida de los pobladores. Así mismo, contribuyeron a la cohesión, la reconciliación y la convivencia, al facilitar nuevos procesos de comunicación masivos (redes sociales, radiales, prensa) y alternativos (arte, deporte, intercambios) enfocadas a visibilizar el patrimonio territorial, promover la identidad cultural y des estigmatizar la región y difundir los procesos sociales propios.
Amazonia Joven también contribuyó en “la construcción, reconstrucción, mejoramiento y adecuación de la infraestructura educativa rural, incluyendo la disponibilidad y el acceso a tecnologías de información”. Esto implicó el mejoramiento locativo, (mejoramiento de dormitorios, baterías sanitarias y mejoró salones, polideportivos, cubiertas en instituciones educativas). La dotación de equipamiento y las posibilidades de acceso a TICs de la mano de las propias comunidades e instituciones educativas. Así mismo, no solamente el mejoramiento de la infraestructura educativa tanto tecnológica, sino la provisión de energía solar y en equipamientos artísticos, deportivos y audiovisuales orientados a mejorar la calidad educativa al tiempo que cualificó de alguna manera la capacidad de las y los docentes rurales y las y los dinamizadores territoriales, líderes que se articularon como replicadores de los procesos en los territorios. Esto además guarda relación también con otro elemento propuesto en los Acuerdos, relacionado con la oferta infraestructura de recreación, cultura y deporte materializada en los parques biosaludables instalados en los centros poblados históricamente excluidos de iniciativas de esta naturaleza.
La experiencia de Amazonia Joven, por medio de la Escuela Río de Colores, demostró además, como aporte a asociado a la paz, que al incorporar procesos de diálogo horizontal, entre técnicos y pobladores, bajo enfoques de respeto, dignidad y valoración del conocimiento local, vinculando a los diferentes grupos poblacionales (mujeres, jóvenes, adultos mayores) y comunitarios, contribuye a construir confianza, a cerrar brechas de género y generacionales, a restablecer los vínculos comunitarios deteriorados por la violencia y en general a construir condiciones sociales para hacer más efectivos y sostenibles procesos de desarrollo social y productivos. Al interior de las familias y comunidades, el permanente encuentro en clave de diálogo de saberes, facilitó la transformación de micro conflictos, aportando a la paz y convivencia cotidiana.
El proyecto Amazonía Joven, en conclusión, contribuyó en gran medida a impulsar, promocionar, cualificar y generar un modelo de educación basado en las necesidades de los y las pobladores de la cuenca media del río Caguán, eje esencial para sostener una paz estable y duradera en Colombia.
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